¡Saludos, bloggerines! ¿Cómo vamos? Yo mal, gracias. Estoy en medio del huracán de "Las Semanas de Exámenes!" (decid ésto último con voz grave e imponente) y prácticamente soy un temerario por atreverme a aparecer por aquí entre finales de geografía y filosofía, pero me prometí que no abandonaría el blog incluso en temporada de exámenes y tengo planeado bastante para estos días (este jueves estrenamos sección :3 *Y os dejo con la intriga*). Además, termino casi todo el miércoles que viene así que tampoco será un estrés muy duradero. Anyway, que me enrollo como una persiana; el pasado domingo vi la cinta de la que os vengo a hablar hoy pero no había tenido tiempo antes para reseñarla. Abróchense los cinturones para... Flight:
Director: Robert Zemeckis
Reparto: Denzel Washington, Kelly Reilly, Don Chealdle, Bruce Greenwood, John Goodman, Melissa Leo, Tamara Tunie, Nadine Velazquez.
Argumento: Whip Whitaker es un bebedor empedernido con serios problemas con el alcohol y las drogas, pero también es el piloto que, tras averiarse su avión, logra realizar con éxito un aterrizaje forzoso y salvar la vida de un centenar de pasajeros. Su vida cambia por completo y es, de repente, considerado un héroe nacional, hasta que sus adicciones comienzan a hacer peligrar su impoluta imagen.
Crítica: [Cada vez que pienso en Denzel Washington, recuerdo el momento en que ganó su segundo Oscar por Training Day y Julia Roberts -que entregaba el premio- exclamó: "I love my life... Denzel Washington!". Ya está, tenía que decirlo, sigamos]. Flight sonó des del principio como un retorno de Washington a sus interpretaciones más aplaudidas y, durante bastante tiempo, como una cinta que podía aspirar a bastante más que el premio a Mejor Actor. Finalmente se cumplió lo primero pero no lo segundo (a excepción de una nominación a Mejor Guión Original) y ha habido algunos que hasta han considerado la película un telefilm de media tarde. Por suerte yo no suelo ser tan extremista y, aunque no pienso ni de lejos que sea una obra mastra, he disfrutado de las subidas y bajadas marcadas por su vuelo.
Flight comienza su extenso recorrido con una primera media hora más que sobresaliente. Empezar pisando fuerte siempre es importante, y tanto Zemeckis como Washington saben hacerlo; como se ha comentado en más de una ocasión, las escenas en que se estrella el avión son estupendas, y dan ese empuje inicial que necesita la película para enganchar al espectador y llamar la atención en los críticos. También en este tramo se presenta la historia de Nicole, drogodependiente y futuro interés amoroso de Whip. Hasta aquí todo bien, las historias personales tienen gancho y están apolladas en una gran dirección y trabajo del reparto, calidad ascendente que culmina en el momento mismo en que el avión toca tierra.
El problema tal vez es que, a partir de ahí, todo se torna más calmado. Tras una primera media hora a un ritmo vertiginoso, la próxima hora y media se convierte en divagaciones personales del protagonista (ahora me emborracho, ralla de coca, ahora me emborracho... y así, que tiene su gracia pero...) y en las consecuencias de su estado cuando pilotaba el avión. Mientras que Reilly sigue atrayendo con un personaje delicado y que está decidido a mejorar, Washington, todo y ofrecer una gran interpretación, personifica a un alcohólico desdeñable. Estaría bien verle tocar fondo un rato y luego recuperarse (típica película good-feeling), pero Flight opta por alargar sus miserias más y más (no se si me hacía falta verle tocar fondo a cada nivel, el personaje termina por los suelos). En otras ocasiones aplaudiría que se salieran del marco establecido, pero también hay que pensar que en cierto punto se vuelve un poco pesado para el espectador (me dio tiempo a reorganizarme las carpetas de películas en el ordenador, comer un piscolabis e ir al baño un par de veces).
Por suerte, una segunda parte bastante mustia se ve animada por las divertidas apariciones de Goodman ("I'm on the list!"), por las ya aplaudidas interpretaciones de Washington y Reilly (totalmente olvidada en la temporada de premios) y, una vez más, por los dotes artísticos de Robert Zemeckis, capaz de convertir las escenas previas al juicio final (una simple recaída) en un engañoso juego de mentiras en el que el protagonista parece vivir continuamente. Al final, Flight despega ligeramente de nuevo con el juicio final (que debería haber llegado un pelín antes para mi gusto), clave para lograr un punto de inflexión en el personaje; no solo recupera la conexión con la audiencia al ser honesto acerca de su estado cuando pilotaba (en vez de, simplemente, culpar a Katerina), sino que ofrece, junto al accidente aéreo, la mejor (y más breve) escena de Washington en la cinta al admitir que es un alcóholico, hecho que lo lleva de cabeza a la cárcel, donde tiene tiempo de replantearse su vida y comenzar de cero. Punto positivo por la escena final; no hay nada mejor para no cometer los mismos errores que saber que has hecho mal y que has sido, cuestiones que van como anillo al dedo con la pregunta que le hace su hijo; ¿Quién eres papá? Buena pregunta...
En definitiva, Flight arranca de maravilla y va perdiendo fuelle hasta que logra alzarse de nuevo de cara al final, con una confesión muy acertada. Pero aunque vuele bajo, logra no estrellarse nunca gracias a la inteligente y creativa dirección de Zemeckis, a su gran reparto (Washington, Reilly y Goodman) y a una banda sonora con gancho, factores que la salvan de ser, como algunos dicen, un telefilm de media tarde.
Nota: 7,5
Más chulo que un ocho...
El problema tal vez es que, a partir de ahí, todo se torna más calmado. Tras una primera media hora a un ritmo vertiginoso, la próxima hora y media se convierte en divagaciones personales del protagonista (ahora me emborracho, ralla de coca, ahora me emborracho... y así, que tiene su gracia pero...) y en las consecuencias de su estado cuando pilotaba el avión. Mientras que Reilly sigue atrayendo con un personaje delicado y que está decidido a mejorar, Washington, todo y ofrecer una gran interpretación, personifica a un alcohólico desdeñable. Estaría bien verle tocar fondo un rato y luego recuperarse (típica película good-feeling), pero Flight opta por alargar sus miserias más y más (no se si me hacía falta verle tocar fondo a cada nivel, el personaje termina por los suelos). En otras ocasiones aplaudiría que se salieran del marco establecido, pero también hay que pensar que en cierto punto se vuelve un poco pesado para el espectador (me dio tiempo a reorganizarme las carpetas de películas en el ordenador, comer un piscolabis e ir al baño un par de veces).
Por suerte, una segunda parte bastante mustia se ve animada por las divertidas apariciones de Goodman ("I'm on the list!"), por las ya aplaudidas interpretaciones de Washington y Reilly (totalmente olvidada en la temporada de premios) y, una vez más, por los dotes artísticos de Robert Zemeckis, capaz de convertir las escenas previas al juicio final (una simple recaída) en un engañoso juego de mentiras en el que el protagonista parece vivir continuamente. Al final, Flight despega ligeramente de nuevo con el juicio final (que debería haber llegado un pelín antes para mi gusto), clave para lograr un punto de inflexión en el personaje; no solo recupera la conexión con la audiencia al ser honesto acerca de su estado cuando pilotaba (en vez de, simplemente, culpar a Katerina), sino que ofrece, junto al accidente aéreo, la mejor (y más breve) escena de Washington en la cinta al admitir que es un alcóholico, hecho que lo lleva de cabeza a la cárcel, donde tiene tiempo de replantearse su vida y comenzar de cero. Punto positivo por la escena final; no hay nada mejor para no cometer los mismos errores que saber que has hecho mal y que has sido, cuestiones que van como anillo al dedo con la pregunta que le hace su hijo; ¿Quién eres papá? Buena pregunta...
Al final solo había espacio para un reencuentro (padre/hijo), pero me hubiese gustado ver un poco más de Nicole
En definitiva, Flight arranca de maravilla y va perdiendo fuelle hasta que logra alzarse de nuevo de cara al final, con una confesión muy acertada. Pero aunque vuele bajo, logra no estrellarse nunca gracias a la inteligente y creativa dirección de Zemeckis, a su gran reparto (Washington, Reilly y Goodman) y a una banda sonora con gancho, factores que la salvan de ser, como algunos dicen, un telefilm de media tarde.
Like a boss...
Nota: 7,5
__________________________________________________
Y aquí tenéis otra obra maestra de crítica. Como siempre, le rezaré al dios maya de los comentarios para que me dejéis vuestra opinión aquí abajo (o, en su defecto, compartáis la entrada en las distintas redes sociales). Os recuerdo de nuevo que apenas quedan unos pocos días para que se cierren las encuestas de la barra lateral y que vuestros votos son siempre muy apreciados. Y ahora sí, me vuelvo a estudiar.
Nos vemos!
jeje, yo tampoco me voy a llamarlo telefilm, pero sí es la película más floja de las nominadas a mejor guión (tanto original como adaptada) y cuenta con un Washington que, aunque correcto, no tiene nada que hacer contra los otros 4 nominados en el apartado de mejor actor. Sobre todo, no entiendo cuál es la moraleja de esta historia: ¿hizo bien, pero iba borracho, y entonces hizo mal...? Un saludo!
ResponderEliminarLa verdad es que sí es más flojilla y, por momentos, vas viendo que Washington también es de los más flojos de la categoría (hubiese tenido menos renombre y Hawkes hubiese entrado en su lugar). Lo de la moraleja creo que no tiene que ver tanto con si al final la culpa de que se estrelle el avión sea suya o no por ir borracho o no (era el avión el que estaba defectuoso), sino en que es un adicto y lleva años evitando tratar el problema. En este caso le lleva a la cárcel pudiendo haber sido un héroe pero también se puede aplicar a su familia, amigos, etc. Saludo! :)
Eliminar